Una de las tareas más costosas de la construcción de un edificio en altura, es el izado de los materiales a sus lugares de colocación o aplicación. Jugando con poleas podemos realizar esta tarea con menor esfuerzo que "a puro huevo", y evitando la costosa instalación de un montamateriales o una grúa, y su correspondiente suministro de energía.
Polea en funcionamiento, divide entre cuatro el esfuerzo para izar la carga. |
El uso de poleas, tal y como se estudia en tecnología de la ESO, era imprescindible en cualquier construcción en altura que se concibiese antes de la llegada de los motores y la electricidad. Aunque hoy en día se sigue utilizando (en grandes grúas y polipastos, en los veleros para izar las velas...), ha pasado a un segundo plano, ya que en nuestro afán de acelerar más con el freno de mano echado, construimos un motor más potente... (y que consuma más, por supuesto)
Pero si nuestra intención es izar los materiales sin la necesidad de ayuda de motores eléctricos o a gasoil y sin dejarnos la espalda en la tarea, las poleas pueden ser nuestras grandes aliadas. Con un par de poleas seremos capaces de izar pesos de un peso P, con un esfuerzo P/4, con la cuarta parte de esfuerzo vamos.
Tienen sus inconvenientes, ya que a veces se traban, y sobre todo, tenemos ciertas limitaciones por el recorrido de la cuerda, en el que tiene que estar en contacto vertical en todo momento, y nos limita el giro del izador para labores de descarga en el nivel superior sobre todo.
Con las gruas eléctricas estos problemas se evitan al recogerse todo el cable en la parte superior y permitiendo así el giro sobre sí misma para poder descargar los materiales con seguridad.
Para facilitar la descarga del material cuando usamos poleas será necesario el uso de trampillas abatibles o similares para descargar en planta con seguridad.
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